¿Cuáles son los deportes más atractivos de la actualidad? ¿El surf? ¿El ski o el snow? Estos deportes tienen como patrón común la recompensa dopaminérgica inmediata, es decir, en el propio momento que estás ejecutando el deporte, la actividad per se, te otorga beneplácito, sensación de ligereza. Incluso un deporte de equipo se realiza con un tiempo más o menos delimitado que tiene que finalizar con un ganador. Imagínate estar tres semanas cada día dando pedales sin un desliz, más de ochenta horas pedaleando para quedar el 100 en la clasificación general. El ciclismo es uno de los deportes con mayor lapso entre la recompensa y el esfuerzo realizado. Eso puede convertirlo en una actividad poco atractiva, pero te enseña lecciones de vida increíbles en el camino.
Retrasar la recompensa
En el test de marshmallow se ofrece a un niño que elija entre una recompensa pequeña inmediata, una golosina, que puede ser doble si son capaces de esperar un tiempo sin comerse la primera. Durante el periodo del experimento (en torno a 15 minutos), el investigador deja la habitación y luego regresa. Esos mismos niños, los que se comieron la chocolatina nada más salir el investigador por la puerta o los que esperaron a su doble recompensa, fueron años más tarde estudiados. Los investigadores encontraron que los niños que eran capaces de esperar más por el premio tienen en promedio mejores resultados en su vida en diversos aspectos. El ciclismo es el mejor entrenamiento para aprender a postergar recompensas inmediatas en pos de un rédito mayor en el futuro. Si eres capaz de disfrutar en este deporte, tienes mayor probabilidad de éxito.
No seas perezoso, sigue leyendo, hay que esforzarse para obtener un beneficio mayor de este texto.
Disfrutar el proceso
Transformar la búsqueda de la recompensa en disfrutar del proceso. Abrazar el sufrimiento del camino, fluir en cada pedalada. Cuando alcances ese estado, es más probable que llegues primero. ¿Cómo llegar a ese estado? Nietzsche nos lo explica a través de su eterno retorno:
Qué pasaría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en tu soledad más solitaria y te dijese: «Esta vida, tal como la vives ahora y tal como la has vivido, tendrás que vivirla no solo una sino incontables veces, y en ella nunca acontecerá nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y cada suspiro y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todo en el mismo orden y sucesión —y así también esta araña y este claro de luna entre los árboles y también este instante y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia dará la vuelta una y otra vez —¡y tú con ella, minúsculo polvo en el polvo!» ¿Acaso te lanzarías al suelo rechinando los dientes y maldecirías al demonio que te hablara de esa forma? ¿O habrás vivido un instante extraordinario, en el que hubieras podido responderle: «¡Eres un Dios y nunca he oído algo más divino!» Cuando un pensamiento así se apoderase de ti, te metamorfosearía, tal como eres, o tal vez te trituraría. ¡La pregunta sobre cualquier cosa ‘¿quieres esto otra vez y aún innumerables veces?’ se impondría sobre tu actuar como el peso más pesado! O, podríamos preguntarnos, ¿qué tan bien dispuesto debes estar hacia ti mismo y hacia la vida para no desear ninguna otra cosa que no sea esta última, eterna confirmación, este sello?
El término del eterno retorno nos ensaña a disfrutar de todo lo que acontece con máxima atención a nuestra vida. Fundirte en la tarea como el artesano pierde el tiempo en su obra, sin pensar en otra cosa que hacerlo lo mejor que se puede. Como si lo tuvieses que hacer infinitas veces a lo largo de su eterna existencia. ¿Por qué? Porque la obra es parte del individuo. ¿Tiene sentido? No debemos hacer nada por nada, pero sí debemos hacerlo por todo. Dios está muerto, pero tu conciencia está en todas partes. Pedalea, barre, cocina, trabaja, ama como si fuese lo único que harás en tu vida.
Ganar no lo es todo
Charly Wegelius, nacido en Finlandia pero criado en York, Gran Bretaña, fue uno de los ciclistas británicos más prestigiosos del pelotón internacional, donde rodó como profesional durante la primera década de este siglo. Como profesional, nunca ganó nada. Como tantos otros ciclistas que no se vistieron de amarillo o no subieron nunca a un podio, su trabajo era el de gregario: ayudar a su jefe de filas a ganar, aun cuando esto supusiera renunciar a cualquier opción de victoria o gloria personal.
Ésta es la sinopsis del libro Gregario en la que se narra la historia de los no ganadores, de gente que no alcanza el máximo éxito deportivo. Wegelius no será recordado ni siquiera por mí una vez que acabe este texto, pero alcanzó el éxito personal: cumplió su sueño, disfrutó de su trabajo e hizo amistades inquebrantables. Ganar carreras no es tan importante como ganarse una carrera.
En grupo todo es más fácil
¿Has salido a correr cuando no tienes un buen día? Todo se te hace pesado, te duele todo, no encuentras motivación y enseguida quieres parar y regresar a casa. El ciclismo te permite esconderte en esos días no tan inspirados, protegerte con tus compañeros, que te cobijen cuando no puedes dar más. Puedes pasar desapercibido y volver a casa con dos horas de deporte a 35 km de media. Cuando no estés en tu mejor día, simplemente pide ayuda, guarécete con tus amigos, ya te tocará a ti otro día tirar de otros.
Nadie puede resolver tus problemas por ti
Por mucho que tengas compañeros que puedan echarte una mano, nunca podrán pedalear por ti. Por muy mal que lo puedas estar pasando y lo mucho que te estén intentando apoyar todos los que tienes alrededor, nadie puede pedalear por ti. Del mismo modo, nadie puede solucionar tus problemas por ti. Prepárate porque habrá momentos duros de soledad contigo mismo, donde tienes que encontrar la fuerza y motivación para seguir adelante.
Aprender a estar sólo
«Todo nuestro mal viene de la incapacidad de estar solos». — Jean de La Bruyère
Ya seas cicloturista amateur o ciclista de élite, tendrás muchos de esos momentos comentados anteriormente de sufrimiento en soledad. Incluso cuando estás rodeado de muchos compañeros que te animan, la dificultad del esfuerzo te aísla del resto del mundo. Nadie puede entender cómo te sientes realmente. En esos momentos de soledad abismal, tener la calma de no desesperarse, mantener la calma, es el camino para superar el reto.
«Un hombre puede ser él mismo mientras esté solo; si no ama la soledad, no amará la libertad; porque sólo cuando se está solo se es realmente libre». Arthur Schopenhauer.
La multitud es un horror
Salir en vacaciones en hora punta, ir al concierto de la cantante de moda. La recompensa puede perder claramente su efecto esperado por lo incómodo de alcanzar el lugar desde el que poder disfrutar. Lo mismo pasa cuando te encuentras en un pelotón con demasiados corredores peleando por la misma situación. ¿La alternativa? Si no compites, te vas a cola. Hay días que todo serán codazos, ¿estás dispuesto a pasar por eso? Si quieres correr las carreras famosas, prepárate para bregar.
Sé tan buen compañero como rival
La psicóloga social Tania Singer, célebre investigadora en el campo de la neurociencia, nos muestra en sus trabajos sobre empatía como la reacción neuronal de una persona que es testigo del sufrimiento que sufre otra es, físicamente, muy similar, es decir, las mismas partes del cerebro relativas al dolor se activan cuando vemos a alguien sufrir dolor. Nuestras neuronas espejo son las culpables de que seamos seres empáticos.
Sin embargo, sus estudios también revelaron algo más que la empatía. El resultado del experimento cambia cuando el dolor era aplicado sobre un sujeto que ha sido repudiado por un comportamiento previo. En el caso de las mujeres, la activación neuronal de las zonas espejo correspondientes al dolor se reducía ligeramente, pero en el caso de los hombres, esta respuesta empática, desaparecía por completo. De hecho, en los hombres, no sólo desapareció esta respuesta empática, sino que se detectó una sobreexcitación en la zona cerebral correspondiente al placer. En cambio, en las mujeres estudiadas, esta parte del cerebro, no sólo no se sobreexcitaba, sino que se infraactivaba. Es decir, los hombres tienen una respuesta instintiva de castigo o venganza ante el daño sometido hacia aquellos individuos que les han causado un perjuicio de antemano, mientras que, en el caso de las mujeres, este instinto de venganza es mucho menor, incluso siendo capaces de empatizar con sus “enemigos”.
Tal y como se comentaba anteriormente, en grupo todo es más fácil. Si quieres disponer del privilegio de tener buenos amigos que te ayuden en los momentos que estás sufriendo, pórtate siempre bien con ellos, incluso con tus rivales, pues así no tendrán ningún motivo para no ayudarte cuando tú lo necesites. Sin embargo, comportamientos considerados injustos por la mayoría serán penalizados en futuras ocasiones por el grupo, tal vez incluso hasta por los perfiles más femeninos, independientemente de su sexo. Ser un buen tipo, sale rentable a largo plazo.
Aversión a la pérdida
El recientemente malogrado Daniel Kahneman nos enseñó la teoría prospectiva, en la que se enuncia que ganar 100 € es menos satisfactorio que el dolor de perder 100 €. Lo que perdemos nos duele más que lo que nos congratula ganar algo. Las bajadas en el ciclismo son un ejercicio de revisión constante de cuál es tu posición ante el riesgo.
Figura representativa del valor psicológico de las ganancias y las pérdidas, eje de la teoría prospectiva.
Sé valiente y podrás ganar tiempo en las bajadas, disfrutar de la adrenalina. Sé temerario y podrás perderte el resto de la temporada. Sé conservador y mañana podrás volver a tener otro día insignificante a rueda del pelotón. Las bajadas son un buen entrenamiento para saber si serás capaz de enfrentarte a situaciones en las que has de exponerte para ganar algo, aún aumentando el riesgo de perder mucho. Encontrar nuestro propio equilibrio aristotélico en el que nos encontremos más satisfechos con nosotros mismos es parte del camino de nuestras vidas y algo tan sencillo como salir en bici ayuda a conocernos mejor, a entrenarnos para esos momentos.