Reconozco que este texto estaba escrito unos días antes a la celebración de los Globos de Oro. Sé que no soy experto en la materia, pero eso no lo considero condición suficiente para impedir para cuñadear de vez en cuando. ¿Acaso no somos todos expertos en climatología en el momento de compartir un ascensor? De hecho, diría que en el momento de escuchar los premiados en este certamen me produjo una ligera satisfacción a pesar de mi criterio se postulaba en total contraposición, pues en el siguiente texto quería precisamente denunciar lo que obvian las mayorías cuando se dejan arrastrar por grandes narraciones, mientras que las historias más comunes y reales, aunque ambientadas en mundos imaginarios, se escapan más fácilmente a nuestra atención. Lo importante se esconde mejor a la vista.
He aquí mi revisión a la que considero mejor película del año 2023, eso sí, desde una perspectiva de resolución de problemas complejos en entornos empresariales.
Este verano lo comencé con la finalización de mi formación en Complex Problem Solving (CPS). Una vez libre del máster, era tiempo de ocio, y en cartelera coincidieron dos películas de gran parangón, Barbie y Oppenheimer.
Durante el Máster de CPS tomé la costumbre de escuchar podcasts en los que se trataban temas del curso, principalmente en los que aparecía Javier G. Recuenco, director del máster. En uno de ellos, a finales de verano, comentó que, a pesar de la recomendación de muchos conocidos sobré Oppenheimer, en la que el protagonista es un claro ejemplo de CPS como orquestador de equipo multidisciplinar cuyo objetivo era solucionar un problema nunca antes abordado; no la había visto, puesto que no tenía tiempo para ver ficción. Una pena.
Oppenheimer es el ejemplo de la continuidad del modelo de liderazgo alfa. Todo el poder se concentra en una persona. Es cierto que el protagonista es un perfil multidisciplinar que tiene que controlar roles y personas muy complicados y poco acostumbrados al trabajo en equipo, pero tener un propósito común que les trascienda y, sobre todo, un ejército detrás para amedrentar a cualquiera que se desvíe del objetivo, hace que el problema se ubique en un contexto que facilita bastante la labor de orquestación del equipo. Sin embargo, la mirada filoamericana no permite que alguien robe protagonismo a la figura principal. Necesitan vender una historia, y para eso, es necesario un héroe. Poco importa el mal que desencadenó el éxito del proyecto que lideraba Oppenheimer. El relato ha de acomodarse para sacralizar al héroe y a la sociedad que narra la historia. Es fantástico el giro de principios una vez que los nazis se han rendido, para seguir adelante con el lanzamiento de las bombas. He aquí Oppenheimer…otra vieja historia de superhéroes, de cómo el narrador amolda el relato para ajustarlo a su interés y que poco tiene en común con el 99,99% de las situaciones que podemos encontrar en nuestro día a día, pero del que mucho flipado del CPS le encanta hablar. Seguid soñando con ser Oppenheimer.
No sus seguidores, pero Recuenco sí que me recuerda a Oppenheimer, aunque no creo que tenga una vida sexual tan activa como de la que era famoso el científico, ni se parezca a su intérprete Cillian Murphy, sí que tiene algo de Prometeo del CPS. Él es el director y tiende a llevarse el mérito, como suele verse en numerosas publicaciones de diferentes redes sociales en las que se le menciona para agradecerle discursos y recomendaciones. En cuanto al máster, me resultaba curioso que su presencia estuviera tan latente en el boca a boca de los estudiantes cuando sólo participaba en sesiones masterclass en las que impartía brillantes discursos, dejaba 2 minutos para preguntas y se piraba. Poco espacio para interaccionar con el alumnado…eso si conseguía acudir a esas sesiones. Es que no tenía tiempo para avisar.
Los héroes o piezas claves suelen estar escondidos en el equipo. Benjamín Suárez y Diana Damas han sido los profesores más importantes. Mi reconocimiento a ellos, pues creo que sin ellos y su seriedad, la formación hubiese sido mucho más floja. También brilla la temática, potentísima, y que me ha abierto unos caminos mentales por explorar de los que estoy muy cándidamente ilusionado. Y sobre manera, brilló mi equipo, que sin apenas guía, con numerosos problemas externos e internos, fue capaz de entregar resultados de sorprendente calidad, pero, sobre todo, aprender un método que nos ha hecho observar la realidad con una perspectiva mucho más humilde y precisa.
En el otro extremo de la cartelera estaba Barbie, película a la que mi recalcitrancia masculina me incitaba bastante poco a ir a verla, pero el buen criterio de mi novia me arrastró a acompañarle. Barbie es la película que debiera enseñarse en CPS, sin ninguna duda. Es el ejemplo de cómo tratar de cambiar el paradigma de una empresa cuyos valores, que en su origen fueron innovadores, han quedado no sólo obsoletos, sino prácticamente cancelados en la realidad actual. Es un claro ejercicio de cómo Mattel, la empresa propietaria de la muñeca, trata de cambiar la visión de los clientes sobre su marca. Y lo hace con una franqueza inusual, con la autocrítica que todos los millennials demandamos a las empresas en las que trabajamos. El discurso de America Ferrera condensa con precisión el mensaje que quiere transmitir la nueva Barbie. No queremos empresas que traten de vender una imagen perfecta, sino real. En definitiva, un ejemplo sublime sobre gestión del cambio en una organización a través de la revisión de sus principios y valores, pivotando sobre las herramientas de marketing que tiene a su disposición. Porque el marketing, si se atreve, puede servir para cambiar la historia de una empresa, no sólo dedicarse a elegir logos, colores y hacer publicaciones vacías en LinkedIn.
Hoy en día vemos como numerosas empresas se encallan en sus jerárquicas estructuras, sus métodos tradicionales y/o unos productos que se quedan obsoletos o van camino de ello. Todo el mundo quiere mejorar, pero nadie quiere cambiar. Muy pocos son los que se atreven a ir en contra de lo que los ha llevado al éxito. Por eso Barbie es un ejemplo de CPS y no Oppenheimer. Una pena que Recuenco no tenga tiempo para ver ficción. Quizás está demasiado ocupado en mejorar al resto y ojalá entre esas cosas, se encuentren las nuevas ediciones del Máster que tanto me gustó. Si cambia él o no, es lo de menos, hay que separar persona y personaje, y del último he aprendido una brutalidad. Muchas gracias.
Sick of myself
No podía acabar esta publicación sin reseñar cuál fue para mí, más allá del plano CPS/empresa, la mejor película del 2023. Aunque poca gente la haya visto, Sick of myself, de los mismos productores que La peor persona del mundo, me pareció sublime, una vuelta de tuerca más acerca de los trastornos psicológicos que afectan a personajes con una vida acomodada, pero que son incapaces de gestionar su estatus dentro de la sociedad. Una sátira macabra sobre el subconsciente humano. Hay emociones y sentimientos que nuestra psique no se atreve a procesar y los envía, inconscientemente, al subconsciente. Cuando la válvula de escape se abre, se liberan comportamientos tan irracionales que nadie entiende, pero que tienen todo el sentido del mundo.
Sick of myself es humor negro al más puro estilo Dostoyevski, pero real, mucho más real de lo que nos gustaría reconocer y reconocernos. Tan real como la nueva Barbie, y bastante más que el relato sobre Oppenheimer.
Y es que Fiódor Dostoievski escribía esto en Memorias del subsuelo:
Quizás el problema de Sick of myself es que destapa y satiriza conductas irracionalmente estúpidas de aspirantes a intelectuales, grupo que suele colmar grupos al estilo de jurados de cine que pueden encontrarse en ceremonias tipo Globos de Oro. Difícil que en un certamen así puedan reconocer el valor de una película que va contra ellos mismos, tal y como pasa en los círculos de aspirantes a CPS, en los que los sicofantes más voluntariosos jamás criticarán a su venerado Recuenco. Es más difícil asumir lo que en realidad somos que lo que queremos ser.
Espero que fueras de rosa a ver Barbie.
Recomendación de 2023: "El chico y la garza" de Miyazaki
De rosa pa cuando salga la segunda ;)